A la hora en que los grillos cantan y los perros ladran porque si, a esa hora saltó del techo. No cayó. Al contrario, su cuerpo levitó en dirección al cielo. No estaba muerto ni dormido. Su mente registraba un 39% de consciencia. Para muchos el cielo estaba negro. Para él su efímero ambiente olía a un fresco y profundo azul… tan profundo que se volvía oscuro e indescifrable, pero muy atractivo a la vez.
En su mano teñida cargaba un regalo que él mismo fabricó con su imaginación. Le costó años diseñarlo y terminarlo. Sonrió cuando recordó todo. Se sintió tan fresco y liviano que sin quererlo de su mano se soltó aquel tan preciado valor. Y aunque vio en que dirección se dirigía y donde actualmente se encuentra, su mirada quedó perdida por un instante de meses, y de su boca se le escaparon las últimas palabras que de él escuché: "… … … se me escapó… … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … (…)"
John Huxley
ojosacusticos@hotmail.com
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