GNIK GNOK
RETAZO 4: “El paso de Gnik Gnok por San Juan”
Cuentan los anaqueles de nuestra biblioteca privada y secreta detalles del paso del gran Gnik Gnok por nuestra provincia, allá por el ´48. Lamentablemente su tiempo fue escaso (como toda estrella) y no llegó a visitar todos los rincones argentinos. Sólo me permiten hablar del paso por San Juan, aún conociendo exactamente su ruta y sus estancias. Dicen que se entrevistó con el general, que pidió conocer las montañas, que bailó en plaza de Mayo… lo cierto es que se dicen tantas cosas, que desvirtúan hasta mi relato.
Se que muchos de ustedes cuando leen sienten amor o desprecio por el gran Gnok. Estarán de un lado o del otro. Para aquellos que quieren sumarse a esta sensación de pertenecer al “mundo Gnok” les tiro un dato que hasta ahora no se dijo: el gran Gnik Gnok nos dejó un amuleto que hoy es para nosotros una suerte de santuario: su piercing. El gran Gnok fue tan adelantado a su época, que ya en la década del ´40 llevaba consigo rastros futuristas que recién aparecieron hace poco por nuestros pagos. Para quienes quieran apreciar esta belleza hecha materia, pueden visitarlo: está ubicado en calle Salta pasando Sargento Cabral, en Capital. Pero advierto a quienes se atrevan a hacerle daño, que se abstengan, pues detrás del piercing de Gnik Gnok hay un muro que contiene guardias armados las 24 horas, por cualquier intento de robo o destrucción.
RETAZO 4: “El paso de Gnik Gnok por San Juan”
Cuentan los anaqueles de nuestra biblioteca privada y secreta detalles del paso del gran Gnik Gnok por nuestra provincia, allá por el ´48. Lamentablemente su tiempo fue escaso (como toda estrella) y no llegó a visitar todos los rincones argentinos. Sólo me permiten hablar del paso por San Juan, aún conociendo exactamente su ruta y sus estancias. Dicen que se entrevistó con el general, que pidió conocer las montañas, que bailó en plaza de Mayo… lo cierto es que se dicen tantas cosas, que desvirtúan hasta mi relato.
Se que muchos de ustedes cuando leen sienten amor o desprecio por el gran Gnok. Estarán de un lado o del otro. Para aquellos que quieren sumarse a esta sensación de pertenecer al “mundo Gnok” les tiro un dato que hasta ahora no se dijo: el gran Gnik Gnok nos dejó un amuleto que hoy es para nosotros una suerte de santuario: su piercing. El gran Gnok fue tan adelantado a su época, que ya en la década del ´40 llevaba consigo rastros futuristas que recién aparecieron hace poco por nuestros pagos. Para quienes quieran apreciar esta belleza hecha materia, pueden visitarlo: está ubicado en calle Salta pasando Sargento Cabral, en Capital. Pero advierto a quienes se atrevan a hacerle daño, que se abstengan, pues detrás del piercing de Gnik Gnok hay un muro que contiene guardias armados las 24 horas, por cualquier intento de robo o destrucción.
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