Sin lidiar palabra alguna con la gente corrí hacia el castillo para ver si existía aquel personaje, o si era una ficción. Llegué al patio frontal y no habían esculturas oscuras hechas de ligustrina, sino el piso limpio, muy limpio. Restos de paja por todos lados no se veían como mugre, sino como virtudes.
Entré.
El palacio estaba reluciente y al final de la sala principal, el famoso personaje. En este caso el tipo tenía las manos de escoba y estaba limpiando el living, la culpa y la responsabilidad:
"Eras mi enemigo, hasta que entraste, amigo. Si sales por esa puerta, no serás invitado a mi fiesta", me dijo.
"Pero, ¿cómo voy a ser tu amigo, si no me conoces? Es la primera vez que entro a tu castillo", le dije.
"Sabía que vendrías. Se tu nombre, Lucio. Se que te da miedo, se lo que tienes ganas de hacer en este momento"
"Ahh, ¿si?... ¿y que tengo ganas de hacer en este momento?", le pregunté.
"Me quieres partir un palo en la cabeza", me dijo.
Acto seguido, tomé un mástil de guitarra que trancaba una ventana y se lo partí en la cabeza. Tenía razón.
Ninio Lucio
(ojosacusticos@hotmail.com)
(ojosacusticos@hotmail.com)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario